9 de septiembre de 2018

ACOMPAÑÁNDOLES CON EL EJEMPLO

La adolescencia es una etapa muy especial en la vida de nuestros hijos. Seguramente vosotros también recordéis vuestra propia adolescencia. Es una época de vivencias tan intensas, que nos acompaña en forma de recuerdos a lo largo de la vida. No es fácil, lo sabéis vosotros mejor que nadie, no, no lo es, ni para vosotros ni para ellos.

Puede parecer que en esta etapa no hay espacio para vosotros en la vida de vuestros hijos, debido al papel tan relevante que toman los amigos y otros referentes, así como a su frecuente cuestionamiento de la autoridad en casa. Todo esto es normal, como hemos comentado en otras ocasiones.

Sin embargo, a pesar de lo que parezca, sois fundamentales para vuestros hijos en este momento. Podéis ser la calma que les acompaña en su frustración, la seguridad en su incertidumbre, el abrazo siempre disponible en su tristeza, la sonrisa y el refuerzo en sus logros, la confianza cuando dudan de sí mismos, el amor incondicional siempre pase lo que pase… Vosotros sois sus padres, sois lo poco que se mantiene firme en una etapa donde todo se tambalea.La familia es lo más importante.

Es cierto que cuando uno transmite amor y es constante en el estilo de educación elegido con su hijo desde la infancia, los frutos se van asentando y en la adolescencia amortiguan el caos que atraviesan, y cuando no es así, se carece de esa ventaja. Sin embargo, ahora no es tarde, de hecho nunca lo es. Nunca es tarde para aprender de los errores y empezar a ser un buen modelopara vuestro hijo.

Pero cuidado, hay algo fundamental que no debemos olvidar. Los hijos no vienen al mundo para cumplir nuestros deseos y expectativas, no deben ser lo que a nosotros nos gustaría, ni vivir la vida que nosotros no pudimos pero deseamos vivir. No vienen para hacernos felices. Más bien, como decía una madre hablando del método educativo Montessori, se trata de reflexionar sobre lo que nos gustaría aportar al mundo a través de ellos.Piensa en el tipo de persona que te gustaría que fuera tu hijo el día de mañana, generoso, valiente, responsable, humilde, asertivo… y ahora mírate, ¿cuánto de todo eso eres tú?, piensa en el ejemplo que le estás dando hoy, solo a través de él podrás sembrar semillas.

Espero que esta reflexión os ayude, como me ayuda a mi, a ser mejores personas, por vosotros y por ellos, porque por los hijos nunca debemos tirar la toalla y a través de nuestro ejemplo hay mucho que hacer.

Tal vez pueda ser este un buen propósito con el que empezar el nuevo curso junto a nuestro hijo.

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