Hoy nos queremos aproximar a un modelo de enseñanza y aprendizaje basado en la inteligencia emocional.
Goleman es uno de los primero psicólogos que nos habla de este término y lo define como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”.
El modelo imperante en las escuelas está centrado en la enseñanza de los diferentes conocimientos de cada una de las áreas, pero de manera habitual se suele obviar la importancia de trabajar en el aula las competencias socio-emocionales. Esto hace que los conocimientos transmitidos no lleguen a ser útiles en la vida, que la desmotivación en los alumnos sea cada vez mayor y que las dificultades para relacionarse con uno mismo y con los demás vaya en aumento.
Por eso, enseñar a los jóvenes a “ser” es fundamental. Debemos enseñar conocimientos, técnicas, valores y comportamientos para enfrentarse a la vida. Para conseguir encontrarse mejor con uno mismo y que esto repercuta de una forma positiva en la realidad social en la que vivimos.
En el video que mostramos a continuación se explica con detalle este modelo de aprendizaje.
Vamos a desgranar los aspectos más importantes:
El modelo propone que hay que trabajar sobre el potencial que cada uno tiene, haciendo hincapié en cuatro grandes bloques:
Autoconocimiento: consiste en aumentar el conocimiento de uno mismo y trabajar la capacidad de diferenciar las conductas, emociones y pensamientos. En la medida que se cambien los pensamientos y las creencias irracionales que uno tiene, la capacidad de ajustarse a las situaciones y regular las emociones será mayor.
Gestión emocional: se basa en trabajar la capacidad de regular el estado de ánimo. La vía para que esto sea posible es aprender a gestionar los pensamientos y tener herramientas para controlar la conducta con el fin de que la emoción no nos desborde. Algunas habilidades útiles a este nivel son: el autocontrol, gestión del estrés, aprender a tolerar la frustración y desarrollar la resiliencia.
Inteligencia social: en este sentido, el objetivo se centra en trabajar con los jóvenes las habilidades básicas de comportamiento social, la asertividad, la empatía, la prevención de conflictos y la capacidad de liderazgo.
Bienestar y felicidad: en la medida que se trabajan los aspectos previos, el nivel de bienestar y felicidad aumentará. Pero en este bloque también se trata la importancia de profundizar en las fortalezas de cada uno y desarrollar otras nuevas. ¡Sí se puede aprender a ser más feliz!
En la medida que estos aspectos se comiencen a trabajar dentro del ámbito escolar, el alumnado desarrollará un mayor potencial en relación a su propia inteligencia emocional. Mejoraría por tanto su capacidad de relacionarse consigo mismo, con los demás y con el entorno.