29 de octubre de 2017

EL DUELO ADOLESCENTE: ¿CÓMO HABLAR DE LA MUERTE CON NUESTRO HIJO?

Tarde o temprano nos encontramos con la muerte porque ésta forma parte indiscutible de la vida: un familiar fallecido, un amigo, un compañero… La muerte es una realidad que nos cuesta asumir y que a medida que pasa el tiempo tratamos con menos naturalidad.

El duelo adolescente es muy parecido al duelo adulto siendo sus preguntas, deseos, dudas y emociones muy similares a las nuestras. Sin embargo, es frecuente tratar de dejarles al margen o suavizar los acontecimientos como forma de protegerles. ¿Les estaríamos ayudando así realmente?

A continuación, vamos a ver cómo podemos colaborar como padres en el desarrollo de un duelo sano en nuestro hijo adolescente:

  1. En primer lugar, debemos ser sinceros sobre lo ocurrido. Tanto si se trata de una enfermedad terminal, como de un suicidio o una muerte violenta, no debemos tratar de edulcorar la situación. La verdad facilitará mucho el proceso mientras que lo contrario generará futuras complicaciones como inseguridad y desconfianza.
  1. Debemos hacerles participes de los rituales de despedida. Los rituales nos ayudan a ir asimilando progresivamente la pérdida y nos permiten aportar nuestro granito de arena en esa despedida.
  1. Debemos escuchar su opinión y tenerla en cuenta. Deben sentirse respetados y valorados como miembros importantes de la familia. Aunque no compartamos su visión, es importante darles un espacio para que puedan expresarla.
  1. Ni demasiado cerca ni demasiado lejos. Nuestra postura debe ser la de hacerles saber que estamos disponibles para lo que necesiten, acompañándoles en su dolor, sin tratar de evitarlo ni empequeñecerlo, al tiempo que respetamos su espacio y su necesidad de estar a solas.
  1. No permitiremos que asuman roles que no les corresponden y fomentaremos que su rutina y actividades sufran el menor número posible de cambios. Es fundamental que sigan siendo hijos y no pasen a asumir roles de cuidado, nosotros continuamos siendo los padres.
  1. Permitiremos que expresen sus emociones sin coartarlas. Rabia, enfado, tristeza, culpa… sean las que sean es importante darles salida. Recordemos que no hay emociones buenas o malas, las emociones tienen una función adaptativa y nos dan mucha información. Y en el duelo la única manera de adaptarse a la pérdida pasa por elaborar el dolor asociado a la misma, esté hecho de las emociones que esté hecho.
  1. Por último, estaremos atentos a cualquier conducta de riesgo que puedan mostrar sin relativizar su importancia.

Terminamos el artículo con la siguiente frase, una frase que reconoce la importancia de tener la muerte presente en nuestra vida como algo natural que al mismo tiempo nos anima a querer vivir más intensamente:

Alguien me habló todos los días de mi vida

Al oído, despacio, lentamente.

Me dijo: ¡vive, vive, vive!

Era la muerte.

            Jaime Sabines (1926-1999) Poeta mexicano

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