1 de octubre de 2015

El manejo del conflicto en la familia

Todo lo visto hasta ahora sobre Inteligencia Emocional, Empatía y Asertividad entra en juego cuando surge el conflicto en la familia.

Desde que los hijos son pequeños surgen los conflictos. Al llegar a la adolescencia, los conflictos suelen aumentar y ser capaz de poner en práctica los principios de Inteligencia Emocional, Empatía y Asertividad ayudarán a abordarlo con más eficacia.

Lo primero que debemos hacer ante un CONFLICTO es eliminar las connotaciones negativas que solemos añadir nosotros con nuestros pensamientos, llegando a sentimientos negativos de ira, rabia, enfado, decepción… Si vemos el CONFLICTO como algo NORMAL e incluso POTENCIALMENTE BENEFICIOSO, estaremos en mejor disposición para abordarlo de manera eficaz, sin sentimientos negativos adicionales al propio conflicto que nos lleven a conductas no deseadas.

¿Cómo abordar el conflicto?

  • No evitarlo. Si se decide no hablar del CONFLICTO, sus causas y sus consecuencias no desaparecerán. No debemos sobreproteger al hijo evitando tratar situaciones difíciles que hayan ocurrido en el entorno familiar, porque no aprende a gestionar el desacuerdo con los demás, las diferencias, los problemas…
  • Reconocer su existencia. Exige admitir que en nuestra familia se dan diferencias, momentos complicados… que van a requerir ser abordados por parte de todos. El hecho de tener conflictos no nos hace peor familia y una ausencia total de conflictos nos debería llevar a pensar si no se están ocultando/evitando. Reconocer el conflicto obliga a estar atentos a cambios de conducta, por pequeños que sean. Una identificación precoz del conflicto reduce sus consecuencias y facilita el abordarlo eficazmente.
  • No alarmarse en exceso. Tomar distancia y contextualizar el problema.
  • Identificar con objetividad el conflicto, racionalizar al máximo el conflicto, eliminando las connotaciones negativas que añadimos en nuestra interpretación subjetiva. Si no es algo realmente importante, valorar si conviene dejarlo pasar.
  • Si estamos ante un conflicto importante, elegir el momento para abordarlo. Mantener la serenidad es clave para poder liberarnos de las interpretaciones subjetivas, para estar abiertos a los sentimientos de los otros, para afrontar con empatía el proceso de resolución… Si no se está preparado, mejor posponer.
  • No tener miedo al conflicto. Es normal que los haya y como padres estamos haciendo lo que tenemos que hacer para abordarlo, con seguridad.
  • Escuchar la opinión de los otros y observar cómo se comportan ante el conflicto, sin emitir juicios, con empatía. Se trata de obtener la máxima información posible del conflicto, su origen y sus consecuencias para cada uno de los miembros de la familia.
  • Buscar soluciones entre todos y consensuar la más adecuada. Si el consenso no es posible, los padres deciden, pues la autoridad y la disciplina deben mantenerse firmes en la familia. Todo el proceso anterior facilitará que el consenso sea posible, pero si no se consigue, estemos seguros de que somos los padres los que tenemos la última palabra. Si no dudamos, ellos lo aceptarán.

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