21 de octubre de 2019

MI HIJO NO GESTIONA SUS EMOCIONES, ¿CÓMO LE AYUDO?

La mayoría de niños y adolescentes en la sociedad actual presentan dificultades de regulación emocional. Aunque las estrategias para detectar, controlar y expresar adecuadamente las emociones se van aprendiendo a lo largo de la infancia, hay muchos padres que refieren que sus hijos nunca han adquirido estas habilidades y que esto ocasiona fuertes conflictos familiares.

La adolescencia se entiende, normalmente, como una etapa en la que se vive con mayor sensibilidad el medio natural y las relaciones con los demás. Es común que los adolescentes vivan las cosas de forma más intensa y tiendan a ser más reactivos a las situaciones. Es probable que tiendan a recibir mal las críticas, se suelen sentir siempre “perseguidos e incomprendidos”, viven todo intensamente y eso hace que muestren conductas de llanto exageradas y baja tolerancia a la frustración que se manifiesta con fuertes enfados.

Para hablar de amplificación emocional hay que entender tanto la valoración de importancia de las situaciones que hacen los menores y los familiares, como la reacción emocional asociada a ello. Os muestro un ejemplo para que se entienda mejor.

 

SITUACIÓN: Tu hijo te pide 1Euro para el instituto pero le dices que no tienes suelto para poder dárselo.

IMPORTANCIA DE LA SITUACIÓN: es la valoración racional o subjetiva que se hace de la situación. Está relacionada con la importancia que damos a dicha situación y cómo analizamos las repercusiones en nuestra vida de dicha situación. Se puede medir de 0 a 10, siendo 0 “no me importa nada” y 10 “me importa muchísimo”. En nuestro ejemplo, lo normal es que esta situación tuviera una importancia de nivel 3-4, pero este chico le da una importancia de 7 porque piensa que todos sus amigos van a llevar dinero y él no.

REACCIÓN EMOCIONAL: es la respuesta emocional y de conducta en una situación. Cuanto mayor sea la importancia que le damos a la situación, más probable es que la respuesta emocional sea más intensa. Al igual se puede medir de 0 a 10, siendo 0 una respuesta emocional nula y 10 una respuesta muy intensa (gritar, pegar, tirar cosas, etc.). En nuestro caso, este hijo responde con una intensidad de 7-8.

Una vez que se entiende esto, la pregunta que surge es ¿qué podemos hacer para solucionar estas situaciones? Os dejamos una serie de consejos que os pueden ayudar:

  • Entender la importancia de la situación para tu hijo. Seguramente él va a exagerar la importancia de la situación, pero tienes que intentar acercarte a su forma de interpretar su realidad. Mostrarle que esa situación es absurda y que está haciendo una montaña de un grano de arena no suele servir de nada. En caso de no entender por qué para él es tan importante, no hay mejor manera de comprenderle que ayudarle a que exprese sus motivaciones de manera calmada.
  • Empatizar con él. Recordad la estrategia del “entiendo que…”. Aunque no podáis ceder a sus deseos, empatizad con su emoción. Ej. “Entiendo que para ti sería importante llevarte el euro mañana, pero hasta que no cambie esta tarde no te puedo asegurar si te lo podré dar”.
  •  NO SUMAR TU REACCIÓN EMOCIONAL: lo más usual en casos de conflicto es que los hijos muestren un nivel emocional alto y los padres se pongan a ese mismo nivel. Esto genera que el nivel de reacción emocional en casa no sea de 7 (que es lo que genera el hijo) sino que se llegue a un 14 (la suma de la reacción emocional del hijo + la del padre/madre). Ej. adolescente grita, insulta y da un portazo y los padres también gritan, insultan y le castigan durante un mes; todo esto genera un ambiente familiar crispado durante varios días, mucha tristeza por parte de los padres y una sensación grande de incomprensión por parte del adolescente.

  • Ayudarle a regular sus emociones. Cuando alguien está “disparado a nivel emocional” lo mejor es dejarle tranquilo y no intervenir. Por ello, lo mejor que se puede decir es que cuando se calme seguiréis hablando y que si quiere vaya a su habitación, a tomar el aire a la calle o a darse una ducha. Indicarle formas de canalizar su enfado es lo que más ayuda para que él descargue sus emociones de una forma adaptativa.
  • En caso de que tu hijo o vosotros como padres no seáis capaces de manera continuada de controlar vuestras reacciones emocionales, lo mejor es buscar ayuda de un especialista.

 

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