1 de diciembre de 2017

TENGO UN ALUMNO EN DUELO ¿QUÉ PUEDO HACER PARA AYUDARLE?

El duelo adolescente, entendiendo como adolescentes aquellos jóvenes mayores de 13/14 años, tiene muchas similitudes al duelo adulto. Sin embargo no debemos olvidar los grandes cambios que están experimentando, se encuentran en un momento de la vida clave y si a esto le sumamos una pérdida significativa nos encontramos con un duelo muy particular.

En el artículo de hoy vamos a centrarnos en las señales que nos ayudarán a identificar cuándo un alumno está atravesando un duelo complicado para que podamos asegurarnos de que recibe la atención que necesita.

Estos son los signos de alarma que nos indican que un alumno está teniendo dificultades para adaptarse a la pérdida:

  • Irritabilidad extrema o cambios de humor constantes que no cesan con el paso del tiempo o con la normalización de las rutinas.
  • Bajada significativa del rendimiento académico por incapacidad: cambios en la atención, concentración y problemas de memoria (olvidar fechas de exámenes, entregas, etc.)
  • Aislamiento extremo: no querer salir ni participar de eventos sociales con amigos en los que antes sí participaba.
  • Pensamientos negativos recurrentes sobre la muerte que no cesan tras el paso de un tiempo prudencial y que suelen convertirse en ideas algo irracionales o irreales.
  • Sintomatología depresiva.
  • Pensamientos suicidas que llegan incluso a la elaboración de un plan suicida.
  • Asunción de responsabilidades que antes no asumía y ahora influye en su vida social.
  • Aparición de otros trastornos somáticos, obsesivos, de ansiedad, de separación, que anteriormente no se habían manifestado.
  • Agresividad extrema o impulsividad que no es capaz de controlar.
  • Consumo de sustancias inadecuado para su grupo de edad.
  • Incapacidad para retomar las rutinas habituales que tuviera antes de la pérdida.
  • Culpa que no cesa, recurrente.
  • No querer tocar las cosas del fallecido: preferir dejarlo todo como si la persona fuera a volver alegando que son sus cosas, que no se tocan, o disgustándose al asociar los pequeños cambios con olvidos.
  • Poner en práctica conductas de riesgo sin temer por su vida, o precisamente porque la vida ha dejado de preocuparle o de tener valor para él.
  • Tristeza excesiva que le impide estudiar, mantener relaciones, etc.
  • Ira hacia quienes le dieron la noticia o hacia quienes estuvieron con él y no pudieron hacer más llegándoles a hacer responsables directos de la muerte.

A nivel somático tenemos los siguientes indicadores:

  • Propensión a accidentes: sufrir muchos accidentes físicos o lesiones.
  • Cambios en la ingesta o el apetito: se engulle la comida, se come mucho más o se deja de comer.
  • Catarros recurrentes.
  • Mareos.
  • Dolor de estómago.
  • Diarrea y otros trastornos de la eliminación, como el estreñimiento.
  • Presencia de eccemas o enfermedades atópicas en la piel.
  • Insomnio.
  • Bajo estado anímico o falta de energía.
  • Náuseas recurrentes.
  • Jaquecas
  • Debilidad muscular que se manifiesta sobre todo en las piernas.
  • Cambios significativos de peso, por ganancia o por pérdida significativa de masa corporal.

En caso de identificar alguna de estas señales, sería conveniente proponer a la familia una ayuda profesional que apoye al alumno en la elaboración de su duelo.

Sin embargo desde el aula hay cosas que podemos hacer para facilitar el proceso de duelo de nuestros alumnos, sobre todo cuando quien fallece es un compañero.

Os proponemos algunas ideas que les permitirán elaborar emocionalmente la pérdida.

  1. Tratar abiertamente el tema en el aula.

Se puede organizar una pequeña tutoría para hablar de lo sucedido y de cómo se pueden estar sintiendo cada uno de ellos (compañeros, amigos del fallecido, profesores, etc.). En ella se les puede dar información sobre las características del duelo, las emociones relacionadas, etc. Esta psicoeducación les ayudará a ubicarse en un momento en el que para más de uno se ha roto el orden o la dinámica anterior de funcionamiento.

Así mismo, se puede poner a disposición de los alumnos una figura de confianza que dé soporte y contención a quienes lo requieran, de forma que sepan que pueden recurrir a ella en momentos críticos, de dificultad o bloqueo siempre que lo necesiten. En caso de que no quieran compartir cómo se encuentran respetaremos su espacio.

  1. Ayudarles a hacer una despedida.

Podemos comenzar escuchando las propuestas que nos hagan al respecto.

Así mismo, se puede proponer una actividad como “el rincón del recuerdo” de forma que se cree un lugar donde poder homenajear al fallecido a través de distintos objetos que simbolicen lo que cada uno siente (una carta, un objeto significativo, un dibujo, flores, fotos…). También se puede elaborar “una caja de recuerdos” entre todos, de forma que la decoren y la llenen de objetos que fueran significativos para el fallecido o que simbolicen aspectos de la relación que cada uno tenía con él.

Estos objetos o rincones se pueden dejar una temporada en la clase para que quien quiera los consulte cuando necesite.

Otra opción puede ser realizar una despedida simbólica en forma de homenaje, para ello se puede plantar un árbol o planta en su honor, escribir una poesía o canción entre todos, hacer una suelta de globos, etc. Cualquier acto que tenga sentido y significado para los implicados.

Seguro que todos pueden aportar un trocito de su recuerdo y cariño en la elaboración de estas despedidas.

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