26 de febrero de 2016
¡Mi hijo es un fenómeno!… pero… ¿en qué?
Objetivo:
- destacar las ideas positivas que tenemos sobre nuestro hijo adolescente, hacernos más conscientes de ellas ahora que la relación con él es más difícil. Tenerlas más presentes nos ayudará a mejorar la relación.
- ayudar a nuestro hijo a descubrir sus fortalezas, reconociéndolas en hechos concretos, no como ideas vagas, como “etiquetas” que siempre se le han colgado pero que incluso puede no reconocer como suyas.
Preparación:
Decir que nuestro hijo es un fenómeno, no ayuda mucho a su autoconcepto y autoestima. Decir que es un desastre, menos aún. Es importante concretar nuestras opiniones sobre los que nos rodean, y si son nuestros hijos, aún más, porque servirá para racionalizar nuestras emociones, mejorar nuestras relaciones con ellos y para ayudarles a analizarse a ellos mismos con esa misma exigencia de concreción y de sustentar en hechos y comportamientos las creencias sobre sí mismos, contribuyendo a reducir el peso de la opinión que los demás tengan sobre él.
En definitiva, conocerse a un mismo no es tanto una cuestión de decir ¿cómo soy? (etiqueta que me estigmatiza) sino ¿cómo me comporto?, que es un enfoque que refuerza seguir haciendo lo que hago bien, que me empuja a cambiar lo que no hago bien, a superarme y a mejorar.
No se trata de decir “Soy simpático”, sino de decir “Me comporto de manera simpática cuando llega un nuevo alumno a clase y me intereso por su nombre, de dónde viene…”.
Desarrollo Primera parte:
Los padres contestan a este cuestionario de cualidades positivas para cada uno de los hijos adolescentes que tenemos en casa. Hacerlo en primer lugar por separado el padre y la madre. El cuestionario nos pide que indiquemos las cualidades positivas que vemos en nuestro hijo (que ya es un buen ejercicio en sí mismo) (por ejemplo, “mi hijo es generoso, inteligente, ordenado…), pero no se queda ahí: nos lleva a pensar en los comportamientos, situaciones concretas del día a día (hechos) que corroboran nuestra afirmación (por ejemplo, “mi hijo es generoso cuando dedica parte de su tiempo libre a ayudar en las labores de casa”, “mi hijo es inteligente porque entiende a la primera los ejercicios de matemáticas y físicas”, etc.).
Análisis Primera parte:
- ¿hemos coincidido los dos en alguna/s cualidad/es?
- ¿Y los comportamientos que asociamos a esa cualidad, son los mismos o diferentes?
- ¿qué cualidad/es diferentes hemos indicado cada uno? Analizar los motivos que nos han llevado a no identificar dicha cualidad.
Como final de esta primera parte, debe intentarse consensuar una respuesta conjunta de los padres al cuestionario.
Desarrollo Segunda parte:
Pedir a cada uno de los hijos que contesten el mismo cuestionario sobre ellos mismos.
El hecho de que vosotros ya hayáis hecho el ejercicio previamente, despertará su curiosidad y será más probable que superen su posible reticencia inicial a realizar este tipo de ejercicios.
Análisis Segunda parte: deberá realizarse con cada uno de los hijos por separado.
- ¿hemos coincidido en alguna cualidad?
- ¿y en los comportamientos en el día a día que identificamos con esa cualidad?
- ¿ha habido cualidades que sólo hemos visto los padres?
- ¿qué comportamientos vemos en el hijo que nos muestran dicha cualidad que él no ha destacado?
- ¿por qué el hijo no ha destacado esa cualidad?
- ¿ha habido cualidades que sólo ha dicho el hijo?
- ¿qué comportamientos ve el hijo en los que muestra dicha cualidad que sus padres no han destacado?
- ¿por qué los padres no hemos destacado esa cualidad? ¿por qué no nos ha parecido una cualidad destacada del hijo?
Para terminar la dinámica, se intentará consensuar una respuesta conjunta al cuestionario.
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